ESTEBAN CABEZAS ALMENARA

Esteban Cabezas Almenara


ESTEBAN CABEZAS ALMENARA 
el tío Jesús "el rallao"

Esteban Cabezas Almenara debe su nombre a que nació en Casetas el día de San Esteban, el 26 de diciembre de 1909, pero los vecinos del barrio lo conocían como el “tío Jesús Cabezas”.
El tío Jesús era un aragonés alto, de espaldas anchas y facciones marcadas, tan rotundo en su físico como en su personalidad. Trabajador, generoso y afable, no cejaba en defender lo que consideraba justo tuviese que enfrentarse a quien fuese.
Es un hombre que sobrevivió con esa capacidad de superación a muchas condenas de muerte. La primera a los pocos meses de vida. Enfermo de viruela, el médico lo dio como muerto y lo dejó en la habitación contigua en la losa sobre la que se depositan los cadáveres. De repente, Jesús rompió a llorar y a rascarse las ampollas que le cubrían el cuerpo. Sus padres rescataron a Esteban de la sala y se convirtió en un gran mozo. La viruela, sin embargo, dejó su rostro marcado para siempre, por lo que adquirió el mote de “el rallao”
Esteban cuando cumplió los 18 años fue destinado a Barcelona a realizar el servicio militar obligatorio, pero al que sólo iban los trabajadores que no podían pagarse la exención del servicio. 
Unos años después, ya terminada la mili, volvió a Casetas. Aquí contrajo matrimonio con Mercedes Esteso, con las que tuvo una hija y tres hijos. Miguela y Esteban nacerían durante la guerra. Luego les siguieron Jesús y Alfredo.
Esteban era un trabajador formidable. Trabajaba en la fábrica Harinera del Ebro, se dedicaba a la agricultura y sacaba grava del río con las mulas. 
Tenía una gran extensión de campos, en la zona que ahora ocupa Lecitrailer y campos cercanos al río. 
El trabajo de gravero, creado a partir del redescubrimiento del hormigón en el cambio de siglo, era un oficio duro, pero que permitía alternarlo con las faenas agrícolas. Junto a su hijo Jesús ayudó a construir la ampliación de la iglesia de Casetas en los años 40, ya que subían la grava con sus mulas. 
Esteban era un hombre de ideario republicano, afiliado al sindicato CNT. En el expediente del consejo de guerra que se abre contra él se señala que es un hombre de buena conducta. 

En la tradición familiar se cuenta que, uno de los días en los que un grupo de fascistas llega a Casetas con ánimo de cargar en el camión y ejecutar a varios vecinos, José García Medrano, vecino adepto a los golpistas, dijo a los falangistas que ese día no se llevaban a ningún vecino y advirtió a Jesús que él estaba en las listas de los que debían ser ejecutados.

Viendo la feroz represión que se estaba desatando contra algunos de sus vecinos decidió enrolarse en los grupos que apoyaban al golpe de estado por miedo a morir fusilado. Así, participó primero en las milicias de Acción Ciudadana y más tarde en las del requeté auxiliar que se formó en Casetas.

En el mes de abril de 1937 es movilizado y se incorpora al batallón de carros de combate nº 28. Estando en el frente de Teruel, en la posición de “Redondo” del sector de Valdecuenca, y pese a que la batalla ya se había decidido en favor del bando nacional, decide escapar y pasarse con las armas a las filas republicanas. En la memoria de la familia se cuenta que fue una patrulla republicana quién lo detuvo y a la que él dijo que no había disparado un solo tiro contra los soldados republicanos, mostrando sus cargadores completos. Permaneció en el bando republicano luchando dentro del Ejército Popular hasta la finalización de la guerra.

Cuando ésta acaba, en lugar de escapar al exilio, pensando que no ha hecho nada malo sino servir a su causa, regresa con su familia a Casetas. Es detenido inmediatamente, encarcelado y sometido a Consejo de Guerra por “adhesión a la rebelión”. La memoria familiar dice que estuvo prisionero en el campo de prisioneros de Puigcerdá (Gerona).

Decía Esteban que fue condenado reiteradamente a muerte por tres veces y que las tres recibió un indulto que lo libró in extremis. El expediente del juicio por “responsabilidades políticas” contra Esteban Cabezas que se le abre en diciembre de 1941, cuando ya llevaba más de dos años en prisión, le condena a treinta años de reclusión perpetua, a la inhabilitación absoluta, pérdida de los derechos por haber combatido durante algunos meses en las filas del Ejército y a la incautación de los bienes. En el mismo proceso se le conmuta la pena a once años y un día. En lo relativo a la incautación de los bienes, nada pudieron arrebatarle porque nada poseían Esteban ni Mercedes, puesto que ya les habían arrebatado todas las tierras.
Esteban era, por encima de todo, un hombre de palabra, lo que le valió la confianza del director de la prisión provincial de Zaragoza para que estuviera trabajando en las cocinas y gozase de cierta confianza. 
Era, además, un gran deportista desde antes de la guerra. De su trabajo en la harinera practicaba el juego de alzada de sacos, con pesos que ahora parecerían inverosímiles. Pero, sobre todo, destacaba en el tiro de barra aragonesa. Uno de los más afamados tiradores era Manuel Bazán, un terrateniente de Miralbueno, afín al bando nacional, que se jactaba de tener la mejor marca de tiro de barra. Esteban, sin embargo, le había superado en el año 1935, cuando se normalizó el peso de la barra aragonesa en 7,887 kgr. Mientras que Bazán hizo una marca de 15,87 m., Esteban realizó una tirada de 16,22. Con Esteban en la cárcel a comienzos de los cuarenta, Bazán presumía en la competición de las fiestas del Pilar de no tener rival. El “tío Jesús” le pidió al director de la prisión poder salir de la cárcel para defender el título que le había robado el presidio, dándole su palabra de que volvería cuando hubiese hecho su tirada. El director de la prisión le aconsejó que no lo hiciese, porque la influencia de Bazán era grande, y tal vez no permitiese que un preso republicano le quitase su título y, por lo tanto, no podía garantizarle que regresase con vida a la prisión.
Esteban salió de la cárcel en 1942. Sus hijos, de 5 y 6 años, apenas lo conocían y le llamaban tío. 
En 1943 pudo recuperar sus triunfos en la barra aragonesa y crear escuela en Casetas.
Después de haberse enfrentado en tantas ocasiones a la muerte, ésta le alcanzó a los 95 años, el 29 de septiembre de 2005. Desde el 2006 el barrio lleva a cabo un memorial de tiro de barra que con su nombre, el de quien no temía a otra cosa salvo la injusticia.
Texto: D.O.G.

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